Pablo Iglesias ha dejado la política. El ex vicepresidente del Gobierno y cabeza de cartel de Unidas Podemos ha comparecido antes de la medianoche para anunciar su salida, seis años después de revolucionar la política española con los cinco eurodiputados obtenidos en 2016. “Dejo todos mis cargos. Dejo la política entendida como política de partidos, política institucional. No voy a ser un tapón para la renovación de liderazgo”.
La fulgurante decisión del vicepresidente de salir del Gobierno para encabezar la candidatura de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid ha tenido un efecto positivo pero claramente insuficiente. Con 70.000 votos más y tres escaños, hasta un total de 10, el partido morado ha mejorado con claridad sus resultados de 2019, cuando la lista la encabezaba una candidata con un tirón mediático varios órdenes de magnitud inferior, Isa Serra. Iglesias, de hecho, ha indicado que los resultados, en particular la alta participación, han mostrado que su figura ha generado movilización en el otro lado del espectro político.
El efecto Iglesias, de hecho, ha quedado eclipsado por el efecto Mónica García, con un perfil más moderado. La candidata de Más Madrid, partido liderado por el ex número dos de Iglesias, Íñigo Errejón, ha obtenido mucho más rédito del desplome socialista que la formación morada. La propia García, cabeza visible de la oposición a Ayuso en la Asamblea durante estos dos años, rechazó la candidatura de unión que propuso Iglesias.
Podemos cierra las elecciones con 253.000 votos, 10 escaños y un 7,2% de las papeletas, convertido en quinta fuerza política (en 2019, con Ciudadanos fue la sexta), quedando también lejos de los votos cosechados por Vox. En cualquier caso, Unidas Podemos se ha mantenido cómodamente por encima del 5% de los votos y consolida su posición en el hemiciclo regional, ahora con el fundador y cabeza visible de la organización al mando.
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