Con las medallas de plata y bronce obtenidas desde el trampolín por Osmar Olvera en París 2024, el clavadista no sólo ingresó a un selecto grupo de deportistas mexicanos con más de una presea en una misma edición de Juegos Olímpicos, también se colocó a la mitad del camino con miras a convertirse en el máximo ganador de preseas en la magna justa deportiva, distinción perteneciente al también saltador Joaquín Capilla, quien entre Londres 1948 y Melbourne 1956, obtuvo una presea dorada, una plata y dos bronces.
En la capital francesa, Olvera Ibarra rompió con una sequía de 40 años en la que un mexicano no subía a un podio olímpico en más de una ocasión y otra de casi siete decenios en la que un clavadista no obtenía dicha distinción desde que el propio Capilla lo hiciera en territorio australiano, actuación que le valió el cierre de un legado en las fosas y el deporte en general que hasta la fecha sigue insuperable.
“Mi ejemplo deportivo es Joaquín Capilla, aún más que es de mi disciplina, es histórico y el deportista con más medallas olímpicas, está en los libros de historia, es una inspiración y motivación para mí el querer igualarlo o superarlo al tener la vara tan alta como lo hizo él y lo tenía presente en estos Juegos Olímpicos, así como siempre y sabía que en París podía ganar dos medallas y estar a la mitad de alcanzarlo”, comentó Olvera, quien a pesar de su corta edad, ya vivió su segunda experiencia olímpica.
“En Tokyo 2020 aprendí mucho de emociones que nunca había experimentado en una competencia y no solo me ayudaron para París, también para campeonatos del mundo, así como los Juegos Panamericanos de Chile, pero sin duda aprendí bastante en esa mi primera experiencia en una justa veraniega porque me ayudó”, agregó.
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