Casi 20 millones de personas más sufrieron crisis alimentarias el año pasado en medio del conflicto armado, la pandemia de COVID-19 y los extremos climáticos, y las perspectivas para este año son nuevamente sombrías, según un informe del Programa Red mundial contra las crisis alimentarias.
La agencia humanitaria, creada en 2016 por la Unión Europea y Naciones Unidas, también advirtió que la inseguridad alimentaria aguda ha seguido empeorando desde 2017, el primer año de su informe anual sobre crisis alimentarias.
“Debemos hacer todo lo posible para poner fin a este círculo vicioso. No hay lugar para el hambre y la inanición en el siglo XXI”, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres.
Agregó que el conflicto y el hambre deben abordarse de manera conjunta, ya que se refuerzan mutuamente.
Definida como cualquier falta de alimentos que amenace vidas, medios de vida o ambos, la inseguridad alimentaria aguda en niveles de crisis o peor afectó al menos a 155 millones de personas el año pasado, la cifra más alta en los cinco años de existencia del informe.
El documento advirtió que no se espera que la situación mejore este año, impulsada principalmente por el conflicto, con las medidas de contención relacionadas con la pandemia COVID-19 como factor agravante.
Dos de cada tres personas afectadas por las crisis alimentarias el año pasado estaban en África, aunque otras partes del mundo no se salvaron, con Yemen, Afganistán, Siria y Haití entre los 10 lugares más afectados.
“La pandemia de COVID-19 ha revelado la fragilidad del sistema alimentario mundial y la necesidad de sistemas más equitativos, sostenibles y resilientes”, dijeron la UE, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA) y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en una declaración conjunta.
“Es necesaria una transformación radical de nuestros sistemas agroalimentarios”, añadió. “Si las tendencias actuales no se revierten, las crisis alimentarias aumentarán en frecuencia y severidad”.
En Burkina Faso, Sudán del Sur y Yemen, 133.000 personas se encontraban en la fase más severa o “catastrófica” de inseguridad alimentaria el año pasado, lo que requirió una acción urgente para evitar una muerte generalizada y un colapso total de los medios de vida, mostró el informe.
Al menos otros 28 millones de personas se encontraban en una fase de “emergencia” de la crisis alimentaria, lo que significa que estaban a un paso de la hambruna y requerían una acción urgente para salvar vidas y medios de subsistencia, y evitar el hambre.
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