El nombre de José Sebastián, conocido con cariño como “Chechito”, se ha convertido en un símbolo de indignación y dolor en todo México. El joven de 14 años, diagnosticado con autismo, fue asesinado el pasado 6 de septiembre en una panadería de Gómez Palacio, Durango, tras ser obligado a participar en un macabro “juego” de ruleta rusa.
Un acto cruel en un entorno cotidiano
Según testigos y reportes oficiales, Sebastián solía acudir a la panadería para hacer mandados y ganarse unas monedas, como muchos chicos de la zona que ayudan a sus familias. Ese día, fue interceptado por Dante José “N” y otro joven identificado como Isaac “N” o Uriel “N”.
Fue Dante quien, presuntamente, lo obligó a participar en el peligroso «juego» con un revólver. Tras tres disparos fallidos, el cuarto fue letal. Chechito murió en el lugar, sin poder siquiera comprender del todo la situación en la que lo habían puesto.
Justicia que aún no llega del todo
Dante «N», señalado como autor material, escapó inmediatamente y hasta ahora permanece prófugo, lo que ha generado una ola de exigencias por parte de la comunidad y la familia, quienes piden justicia sin descanso.
El coautor, en cambio, fue detenido poco después. Recientemente, un juez lo condenó a 17 años de prisión por su participación directa en el crimen.
#JusticiaParaChechito: un clamor que se expande
La tragedia de Chechito ha encendido las redes sociales. El hashtag #JusticiaParaChechito se ha viralizado, con miles de personas pidiendo mayor protección para niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad, especialmente aquellos con alguna condición como el autismo.
Este caso no solo evidencia la falta de conciencia social, sino también la urgente necesidad de políticas públicas que garanticen entornos seguros para todos los menores, sin excepción.
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