Desde el estreno de La Granja VIP, varios momentos de la convivencia entre famosos han dado de qué hablar. Uno de los más impactantes surgió cuando Manola Díez compartió un episodio que marcó su vida para siempre: el accidente en el que su hijo perdió la visión de un ojo cuando apenas tenía seis años.
En medio de una conversación con sus compañeros del reality, la actriz reveló que este suceso no solo transformó su vida familiar, sino que dejó en ella una herida emocional profunda. “No soy una persona mala, tengo un noble corazón, pero a veces pongo ese enojo porque detrás hay mucho dolor (…) Todos hemos pasado pruebas, y uno se esconde, pones tu cara de mala”, expresó.
El día del accidente
La historia se remonta al 27 de diciembre, en Cancún, cuando Max, el hijo de Manola, se encontraba bajo el cuidado de la familia paterna. La actriz, por motivos de trabajo, estaba en la Ciudad de México. Según narró en el pódcast Destinos, el accidente ocurrió en el hogar de su exesposo, el empresario Roberto López.
Ese día, la hermana de Max le pidió que le llevara una gelatina. El niño, con toda la inocencia de su edad, fue a la cocina para cumplir el favor. Las porciones estaban pegadas en una charola, como suelen venderse. Para separarlas, tomó un cuchillo de sierra que encontró a la mano. Lo que parecía una acción cotidiana terminó en una tragedia: al hacer fuerza, el cuchillo se resbaló y se incrustó directamente en uno de sus ojos.
“Se lo clavó hasta el fondo”, relató Manola entre lágrimas. El impacto dañó gravemente la córnea, el cristalino y el iris.
Lo que ocurrió después: llamadas, confusión y desesperación
La actriz recuerda con claridad cada minuto de esa noche. Mientras se preparaba para iniciar su jornada laboral, notó dos llamadas perdidas de su exesposo, algo poco común. Al intentar comunicarse, no obtuvo respuesta inmediata. Poco después, cuando logró hablar con él, apenas escuchó: “Max se cortó el ojo”.
En un primer momento pensó que se trataba de un rasguño leve, incluso llegó a creer que podía ser una broma por el Día de los Inocentes. Sin embargo, al hablar directamente con su hijo, lo escuchó decir: “Mamá, perdón”.
Debido a la alta demanda de vuelos en temporada navideña, Manola no pudo viajar de inmediato. Al día siguiente, al llegar a Cancún y ver la gravedad de la herida, quedó devastada. Más tarde, Max le contó lo que vivió: “Yo me lo saqué solo… me quedé con el ojo en la mano”.
La polémica por la supervisión y el entorno familiar
Un detalle que también marcó este suceso fue el contexto en que ocurrió. Manola aseguró que la abuela del niño se encontraba en el balcón hablando por teléfono mientras Max estaba en la cocina. “Yo siempre estaba detrás de mi hijo, lo cuidaba hasta del aire”, contó.
Este hecho generó cuestionamientos sobre la supervisión que recibió el menor en ese momento, aunque no se señaló legalmente a ningún responsable.
Las cirugías y el camino hacia la recuperación
Tras el accidente, Max se sometió a siete cirugías en un intento de salvar su visión. Los médicos mantuvieron la esperanza, ya que el cuchillo no había dañado el nervio óptico. Sin embargo, el esfuerzo no fue suficiente y el pequeño perdió completamente la vista de un ojo, siendo diagnosticado con discapacidad visual.
Con el paso del tiempo, Max ha aprendido a adaptarse a una nueva manera de ver el mundo, mientras Manola Díez continúa recordando ese día como el más difícil de su vida. El accidente no solo impactó su maternidad, también fue, según sus propias palabras, “la gota que derramó el vaso” en su matrimonio con Roberto.
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