Nada como un baño caliente para relajarse, para dormir bien, incluso como acto de purificación y curación física y espiritual, como lo son los temazcales o las aguas termales.
Para unos, bañarse con agua tibia es sinónimo de bienestar, pero hacerlo con agua muy caliente, aunque signifique placer infinito para otros, podría desencadenar procesos fisiológicos en el organismo, que dependen de la duración y la frecuencia de la ducha “para pelar pollos”.
El efecto terapéutico del agua caliente
El Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM describe un baño caliente como un vasodilatador natural que favorece la circulación sanguínea y estimula la transpiración, que a nivel muscular y nervioso reduce la rigidez, relaja el estrés y alivia ciertas molestias inflamatorias.
“Un baño caliente bien administrado puede ayudar a personas con dolor articular o rigidez muscular, siempre que se inicie con agua templada y se aumente la temperatura gradualmente”, explica Ariel Vilchis Reyes, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios, según publica GacetaUNAM.
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