Jorge Valdano, compañero de Diego Maradona en la conquista de la Copa del Mundo de 1986, despidió al “Diez” con una columna en el diario El País de Madrid, titulada “Adiós a Diego y adiós a Maradona” en la que escribió que “sufrió como nadie la generosidad de su destino”.
“Hay algo perverso en una vida que te cumple todos los sueños. Fue el fatal recorrido desde su condición de humano al de mito, el que lo dividió en dos: por un lado, Diego; por el otro, Maradona. Fernando Signorini, su preparador físico, tipo sensible e inteligente y, posiblemente, el hombre que mejor le conoció, solía decir: Con Diego iría al fin del mundo, pero con Maradona ni a la esquina continuó Valdano.
Para el exdelantero, “Diego era un producto más del humilde barrio en el que nació. A Maradona lo sobrepasó una fama temprana. Esa glorificación provocó una cadena de consecuencias, la peor de las cuales fue la inevitable tentación de escalar todos los días hasta la altura de su leyenda. En una personalidad adictiva como la suya, aquello fue mortal de necesidad”.
“Si el fútbol es universal, Maradona también lo es, porque Maradona y fútbol ya son sinónimos. Pero a la vez era inequívocamente argentino, lo que explica el poder sentimental que siempre ha tenido en nuestro país y que lo hizo impune. Un hombre que, por su condición de genio, dejó de tener límites desde la adolescencia y que, por su origen, creció con orgullo de clase”, expresó.
“Por esa razón, y también por su fuerza representativa, con Maradona los pobres le ganaron a los ricos, de manera que las adhesiones incondicionales que tenía allá abajo fueron proporcionales a la desconfianza que le tenían los de arriba. Los ricos odian perder. Pero hasta sus peores enemigos tuvieron que sacarse el sombrero ante su descomunal talento futbolístico. No había más remedio”, agregó.
“Con poco más de 15 años empezó a concursar para dios del fútbol. Lo hizo, además, en un país que lo acogió como a un mesías sentimental, porque el fútbol, en Argentina, es un juego que solo llega a la mente después de pasar por el corazón. La fascinación por el arte barrial que Diego llevó a los estadios trascendió al hinchismo. No importaba la camiseta que llevara, era un genio, era argentino y eso resultaba suficiente para desatar el orgullo”, escribió Valdano en parte de su extensa columna.
“En las dos puntas (la de la cancha y la de la vida) habitó un superhombre. En la cancha porque, rodeado de jugadores normales, fue más fuerte que los árbitros, que el poder del norte, que el súper Milan de Sacchi y que la pobre historia del Nápoles. Era él contra el mundo. Y ganaba él. En el Mundial 86, donde jugó en estado de gracia, su genialidad conoció el punto más alto el día que venció a Inglaterra”, manifestó.
“El fútbol de Diego estaba hecho de belleza, de creatividad, de orgullo, de hombría y, aquella tarde frente a Inglaterra, de argentinidad al palo, con proporciones parecidas de viveza y habilidad. Diego marcó un gol estratosférico y otro tramposo. Aquí está el mejor ejemplo de esa frase que aplicamos en ocasiones menos oportunas que esta: estaba por encima del bien y del mal”, puntualizó.
“Hoy hasta la pelota, el juguete más comunitario que existe, se sentirá más sola y llorará desconsolada a su dueño. Todos los que amamos el fútbol auténtico, lloramos con ella a Maradona. Y quienes lo conocimos, lloraremos aún más por aquel Diego que, en los últimos tiempos, casi había desaparecido bajo el peso de su leyenda y de su exagerada vida. Adiós, gran Capitán”, concluyó Valdano.
La genial respuesta de Maradona a Valdano
Lo contó Valdano en una columna en MARCA un 12 de julio de 1996, diez años después de que hubiera sucedido. Fue entonces cuando recordó una de las numerosas anécdotas que disfrutó con Diego Armando Maradona. Ambos compartieron muchos momentos juntos y, tal era el afecto que Jorge le tenía al 10, que no pudo contener el llanto en la televisión al hablar de ‘El Pelusa’, fallecido unas horas antes.
Valdano recordó que un día en el Mundial de México 1986, en el que se proclamaron campeones, estaba en sentados tras un entrenamiento hablando un poco de todo, buscando un momento de relajación. Y los periodistas, que observaban a los lejos, se convirtieron en el centro de conversación de los jugadores.
“A ninguno le gusta el fútbol”, dijo Diego en referencia a los plumillas. Valdano, por polemizar un poco, le llevó la contraria y la conversación acabó en una apuesta. Iban a lanzar el balón donde se encontraban los reporteros y si lo devolvían con el pie, ganaba Valdano; y si lo hacían con la mano, vencía Diego.
El ’10” fue el ganador, porque la pelota regresó a los jugadores argentinos impulsada con la mano por uno de los plumillas. “Pobre tipo, le dio vergüenza alcanzarla con el pie por ser vos Maradona”, se defendió el ‘perdedor’ Valdano.A lo que Diego contestó: “Si yo estoy en una fiesta en casa del presidente de la nación con un smoking y me llega una pelota embarrada, la paro con el pecho la devuelvo como Dios Manda”. Maradona, genio y figura.
Valdano se rompe en vivo por la muerte de Maradona
La voz se entrecorta, la emoción asoma.
Las lágrimas de Valdano son las lágrimas de todos. #AD10SMaradona pic.twitter.com/TimCWZHwns— Fútbol en Movistar+ (@MovistarFutbol) November 25, 2020
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