Cuando escuchamos “Bimbo”, inmediatamente pensamos en pan suave, rebanadas perfectas y el tierno osito blanco con gorro de chef. Pero detrás de ese nombre tan familiar hay una historia inesperada, llena de coincidencias, creatividad y un toque de inocencia publicitaria que ha trascendido generaciones.
En 1943, un grupo de emprendedores mexicanos estaba decidido a revolucionar la forma en que se consumía pan en el país. Querían fundar una empresa panificadora que ofreciera productos de calidad, con un nombre fácil de recordar, original y amigable. Así nació una lista de posibles candidatos para bautizar a la nueva marca.
Entre las opciones se encontraban nombres como Pan Rex, Pan Nieve, Pan Azteca y uno bastante técnico: Pan NSE, que representaba las cualidades de “Nutritivo, Sabroso y Económico”. Pero ninguno de esos nombres logró conquistar tanto como uno que parecía un tanto caprichoso: “Bimbo”.
Al verlo, alguien lo rodeó con un círculo. Era sencillo, sonaba simpático y, lo más importante, era fácil de pronunciar.
¿Qué significa “Bimbo”? La mezcla entre Bambi y el bingo
Según la página oficial de la empresa, el nombre Bimbo surgió de la combinación de dos palabras muy populares en aquella época: “Bambi”, por la icónica película de Disney que acababa de estrenarse en 1942, y “Bingo”, el famoso juego de azar que ya era muy conocido entre las familias mexicanas. La mezcla de ambos términos dio lugar a una palabra que sonaba dulce, familiar y pegajosa.
Lo curioso es que, en aquel entonces, los fundadores no tenían idea de que esa palabra tenía otros significados en diferentes partes del mundo. Por ejemplo:
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En italiano, “bimbo” significa “niño pequeño”, derivado de bambino.
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En húngaro, “bimbó” quiere decir “capullo”.
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En chino, el sonido “bimbo” es muy similar a cómo se pronuncia la palabra “pan”.
Sin proponérselo, el nombre resultó tener una conexión casi mágica con la infancia, la ternura… y el pan.
El nacimiento del Osito Bimbo
No se puede hablar de Bimbo sin mencionar a uno de sus símbolos más queridos: el Osito Bimbo. Esta entrañable figura apareció en 1945, apenas dos años después de la fundación de la empresa. Fue creado por la ilustradora Elena Huerta, quien se inspiró en una tarjeta navideña que mostraba a un osito blanco con gorro y delantal.
Desde entonces, el osito ha sido parte inseparable de la identidad de Bimbo, convirtiéndose en uno de los íconos publicitarios más poderosos y duraderos de México. Su imagen representa ternura, limpieza y confianza: todo lo que los fundadores querían transmitir con su marca.
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