Una gran sorpresa causó Bad Bunny al llegar como un cliente normal al Fifty Eight de su natal Puerto Rico, lugar que estaba totalmente lleno y en el cual, desde que llegó, se puso a bailar y a saludar a todas las personas que se le acercaba, incluso se detuvo con un par de chicas para perrear un poco con ellas.
Minuto después de su llegada, el DJ del lugar invitó a Bad Bunny subir a la cabina a echarse el clásico «palomazo», lo que hizo que todos se volvieran locos al verlo bailar y cantar muy cerca de ellos, convirtiéndose en una noche muy especial llena de ritmo y mucho ambiente.
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