Boris Johnson, el político que pasará a la historia como el arquitecto del Brexit, se despidió este martes con un “esto es todo, amigos” al abandonar por última vez la residencia oficial de Downing Street como primer ministro británico.
Johnson anunció su renuncia en julio tras la rebelión de numerosos miembros de su Ejecutivo, viajó después a Escocia para presentar formalmente su dimisión a la reina Isabel II, de 96 años, en el castillo de Balmoral, un acto constitucional de rigor.
Sin abandonar su famoso sentido del humor, Johnson se comparó a un cohete propulsor “que ha cumplido su función” y que ahora volverá a entrar “suavemente en la atmósfera y aterrizaré de manera invisible en algún remoto y oscuro rincón del Pacífico”.
Sus escándalos
Sus líos de faldas y amoríos eran un secreto a voces durante su prolongado matrimonio con Marina Wheeler, su segunda esposa y madre de cuatro de sus (al menos) siete hijos. Se separaron cuando salió a la luz su romance con Carrie Symonds, una funcionaria conservadora que ahora es madre de dos de sus siete hijos.
En julio de 2020, Johnson se refirió al escándalo que salpica a la Familia Real británica como consecuencia de los vínculos que el Príncipe Andrew,mantenía con el financista Jeffrey Epstein y su ex, Ghislaine Maxwell, detenida ayer en New Hampshire, Estados Unidos, bajo cargos de tráfico sexual de menores, entre otros.
Consultado respecto a la posibilidad de que sea requerido por las autoridades federales norteamericanas, el primer ministro señaló que todavía no tuvo novedades al respecto y que nadie se había comunicado con su gobierno para mantenerlo al tanto.
Su gobierno soportó escándalo tras escándalo, y gran parte de ellos se centraron en el propio comportamiento de Johnson. Fue reprendido por el asesor de ética del gobierno después de que un donante conservador adinerado contribuyera con decenas de miles de libras para ayudarlo a renovar su apartamento. (Johnson devolvió el dinero).
Conversó a través de mensajes de texto privados con un rico hombre de negocios británico sobre su plan para fabricar ventiladores en los primeros días de la pandemia de coronavirus, lo que planteó serias dudas sobre su gestión.
Hubo una acumulación casi ridícula de revelaciones vergonzosas sobre la frecuencia con la que los ayudantes de Johnson (y, a veces, Johnson) asistieron a fiestas alcohólicas durante los peores días del confinamiento por covid, violando con flagrancia las reglas sanitarias que se habían impuesto en el país.
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