Jóvenes que antes de la guerra tenían una vida completamente normal, ahora, portan uniforme militar, van armados y están aprendiendo a cómo combatir porque en pocos días, se irán a reforzar uno de los frentes de Ucrania.
“No tengan prisa, porque si tienen prisa van a cometer errores, y si cometen errores, van a morir”, dice el instructor a un grupo de cincuenta jóvenes “estudiantes” del arte de la guerra.
En uno de los miles de colegios de la región de Kiev que permanecen vacíos, esta cincuentena de jóvenes toma asiento en el auditorio y, como si fuera una obra de teatro, observa con atención a su instructor: un veterano de guerra que enseña a manejar una AK-47, a cómo tomar aire antes de disparar o a qué hacer al entrar en combate dentro de un edificio.
Esta es la realidad que están viviendo miles de jóvenes que para defender a su país están soltando los lápices y tomando las armas para entrar en un mundo que hace unos semanas ni siquiera se imaginaban, ya que muchos de ellos aún estaban estudiando en la universidad, pues se trata de jóvenes de entre 18 y 29 años que hoy suben a un autobús a grito de «Gloria para Ucrania», «Gloria para los Héroes» y «Putin es un desgraciado».
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