Es difícil encontrar un momento como el que se está viviendo en Estados Unidos, en el que desde la Casa Blanca, con todo y lo que eso significa en términos de poder, se intenta alterar la vida constitucional del país.
Si hace unas semanas la teoría era que Trump simplemente estaba preparando su siguiente acto, ya fuera un intento de reelección en cuatro años o un nuevo negocio en los medios o un nuevo partido político, hoy queda claro que lo que realmente quiere es no salirse de la Casa Blanca.
Así quedó claro en la demencial llamada al secretario de gobierno del estado de Georgia filtrada a The Washington Post —en la que le pidió “encontrar” 11 mil 700 votos para él—; y ahora con su discurso de ayer en el mismo estado donde hoy se decide con elecciones extraordinarias qué partido tendría la mayoría en el Senado; y el miércoles, con la convocatoria de una marcha y protesta afuera del Congreso en paralelo al último acto legal —hasta ahora un acto rutinario y sin importancia— para certificar la elección de noviembre pasado.
Los esfuerzos conocidos y los que aún no conocemos de parte de Trump y sus fanáticos para revertir la decisión del electorado en estas semanas han sido tales que hace unos días los últimos10 secretarios de la defensa emitieron un comunicado que entre otras cosas dice: “Las elecciones estadunidenses y las transferencias pacíficas del poder que resultan de ellas son el sello distintivo de nuestra democracia. Con una singular y trágica excepción que costó la vida de más estadunidenses que todas nuestras otras guerras juntas, Estados Unidos ha tenido un historial ininterrumpido de tales transiciones desde 1789, incluso en tiempos de luchas partidistas, guerras, epidemias y depresión económica. Este año no debería ser una excepción”.
En el camino, Donald Trump ha debilitado al líder republicano en el Senado, y hasta hace poco su incondicional, que no se ha unido al esfuerzo que algunos de sus colegas harán el miércoles —impulsados por Ted Cruz— para seguir impugnando el proceso. Al mismo tiempo, según las encuestas, cada vez más republicanos y algunos demócratas piensan que las elecciones son fraudulentas.
Y ya veremos lo que falta.
FUENTE: MILENIO
Comentarios
0 comentarios