Hay una palabra con la cual se puede resumir lo que va a determinar las perspectivas de 2021: vacunación.
De la rapidez y amplitud con la que se desarrolle el proceso de vacunación dependerá en gran medida el resultado económico e incluso político de este año en México y en el mundo.
Hay otros factores en nuestro país que van a incidir, como el proceso electoral o lo que suceda con algunas iniciativas, como la de outsourcing o de la Ley del Banxico, pero ninguna tendrá tanto impacto como la vacunación.
Ya existen ocho vacunas que en diferentes lugares del mundo se han autorizado con carácter de emergencia. Las de: Pfizer-BioNTech, aprobada en diversos países; Moderna, aprobada en Estados Unidos y Canadá; Gamaleya, aprobada en Rusia, Bielorusia y Argentina; la de Oxford-AztraZeneca en Gran Bretaña; un grupo de cuatro vacunas aprobadas en China: Cansino, SinoPharm, Sinovac y Sinopharm-Wuhan. Hay otra vacuna rusa de uso limitado, de Vector Institute. Y en las siguientes semanas se esperan también aprobaciones de emergencia para Novovax y Johnson & Johnson.
Es muy probable que en el primer semestre haya otros nombres en esta lista. Así que el tema hoy ya no es la vacuna sino la vacunación.
De acuerdo con los datos que compila OurWorldinData, el número de vacunas aplicadas en el mundo hasta este momento es de alrededor de 12.5 millones.
El país que ha avanzado con más rapidez es China, que ha aplicado ya 4.5 millones de dosis. Sin embargo respecto al tamaño de sus población, el caso más destacado es Israel, que ya ha inmunizado a 12.5 por ciento de su población aplicando más de un millón de vacunas.
En Estados Unidos se le ha aplicado a 4.2 millones de personas.
Si se pregunta por México, el dato es de alrededor de 25 mil.
¿Qué factores serán los determinantes del ritmo y la amplitud del avance de este proceso de vacunación?
Lo primero, sin lugar a dudas, será la propia oferta de vacunas. En diciembre pasado Pfizer tuvo que ajustar su previsión de vacunas producidas a 50 millones en lugar de los 100 millones iniciales, debido a la mayor lentitud en el abasto de materias primas. La producción de las vacunas no es un asunto trivial y requiere tecnología y tiempo. Va a crecer fuertemente en los primeros meses del año, pero en términos absolutos, el número será pequeño respecto a las necesidades existentes.
Lo segundo será la negociación política y comercial para su distribución. México ha hecho una buena gestión, pero su principal apuesta, AstraZeneca, se retrasó más de lo previsto.
La vacuna será el bien más preciado en este año e inevitablemente, en contra de lo que la mayoría hubiéramos deseado, habrá jaloneo político y negociación comercial para contar con ella.
El tercer factor será la capacidad logística para vacunar. Es diferente contar con la vacuna que operar el proceso de vacunación, no sólo por las dificultades de la conservación de algunas vacunas como la de Pfizer, sino por la organización que ello requiere y que puede generar cuellos de botella.
El cuarto elemento será la disposición de la población para vacunarse. Hay un porcentaje significativo de gente que ve con recelo la vacuna y que probablemente espere más tiempo para vacunarse. La capacidad de persuasión de los gobiernos, así como la cultura sanitaria prevaleciente serán factores determinantes para que las vacunas cuenten con respaldo.
Para nuestro país, aun los escenarios más optimistas visualizan que será hasta el fin de este año cuando se pueda vacunar a 70 por ciento de la población, para conseguir la llamada “inmunidad de rebaño”.
Pero también hay escenarios pesimistas que señalan que no es imposible que esa meta se consiga hasta el primer semestre de 2022, lo que implicaría la persistencia de contagios, hospitalización y muertes por un tiempo más prolongado y una crisis económica que se extendería aún a lo largo de todo este año.
Seguiremos con este tema.
FUENTE: EL FINANCIERO
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