Un derrumbe en una mina artesanal de cobalto en la región de Kalando, al sur de la República Democrática del Congo, dejó al menos 32 personas fallecidas, en uno de los accidentes más graves registrados recientemente en esta zona minera. La mina operaba sin medidas básicas de seguridad y al momento del colapso había decenas de trabajadores en su interior.
De acuerdo con las autoridades locales, el siniestro ocurrió por la tarde, cuando varias galerías cedieron debido a las fuertes lluvias y la inestabilidad del terreno. En Kalando laboran más de 10 mil mineros informales, muchos en condiciones precarias y sin supervisión del Estado.
La minería artesanal es una práctica extendida en el país, especialmente para la extracción de minerales clave como cobalto, cobre y coltán, esenciales para la industria tecnológica global. Sin embargo, los riesgos son enormes: falta de equipo de protección, infraestructura mínima y explotación constante.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos de la RDC denunció nuevamente las condiciones inhumanas en las minas de Kalando y urgió a las autoridades nacionales e internacionales a tomar medidas reales para proteger a los trabajadores. También señalaron que, pese a múltiples advertencias, el gobierno no ha logrado regular este tipo de actividades.
Brigadas locales ya trabajan en las labores de rescate, aunque temen que el número de víctimas aumente conforme avanza la búsqueda. La tragedia avivó además el debate sobre la participación de menores en la minería, un problema persistente en la región donde niños son obligados a realizar tareas peligrosas sin ningún tipo de protección.
Este nuevo derrumbe vuelve a evidenciar la necesidad urgente de una regulación efectiva y de mejores condiciones laborales en la industria minera del Congo, donde la riqueza del subsuelo contrasta dolorosamente con la vulnerabilidad de quienes la extraen.
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