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27 Jul 2025

La escalofriante leyenda detrás de los muñecos Labubu

Entretenimiento

La escalofriante leyenda detrás de los muñecos Labubu

En la era de los coleccionables virales, donde los Ternurines y los Sonny Angels han sido protagonistas de cientos de videos en TikTok, ha emergido una nueva figura que lo está cambiando todo: Labubu, el muñeco de sonrisa afilada que está generando furor en redes sociales y que, detrás de su apariencia encantadora, esconde una historia que no es tan inocente como parece.

¿Quién imaginaría que algo tan pequeño, con orejas largas, cuerpo peludo y dientes triangulares, podría conquistar el corazón de miles y al mismo tiempo generar escalofríos? Bienvenidos al mundo de los Labubus, los personajes creados por el artista holandés Kasing Lung, quienes han dejado de ser simples figuras de colección para convertirse en parte de una leyenda moderna con raíces mucho más profundas… y oscuras.

Aunque muchos conocieron a Labubu recién en 2025, este personaje nació en realidad en 2015 como parte de la línea Monster Animals de la marca Pop Mart, reconocida por sus juguetes de diseño y su famoso formato de “caja sorpresa”.

Lo que diferencia a los Labubus de otros coleccionables es su mezcla única de estética: tienen algo infantil y suave, pero también un aire extraño, como si pertenecieran a otro mundo. Su figura principal, Labubu, es un duendecillo con ojos grandes y brillantes, una expresión traviesa y una sonrisa llena de colmillos puntiagudos. A su lado, también encontramos criaturas como Zimomo, Tycoco y Spooky, cada uno con su propia personalidad, aunque para el público general todos suelen agruparse bajo el nombre de «Labubu».

En redes sociales, especialmente TikTok, se han vuelto una obsesión. Miles de videos muestran el momento del unboxing —la apertura de las cajas sorpresa— con emoción, nervios y gritos de felicidad cuando aparece una figura rara o edición limitada. Incluso celebridades han comenzado a presumir sus propias colecciones, impulsando aún más su estatus como objetos de culto.

¿Muñecos o guardianes de lo desconocido?

Lo que muchos no saben —o prefieren ignorar— es que los Labubus tienen un trasfondo que va más allá del diseño adorable. Según ha revelado su creador, Kasing Lung, estas criaturas están inspiradas en seres de la mitología nórdica, concretamente en los elfos guardianes que protegían portales entre el mundo humano y el espiritual.

De acuerdo con las leyendas más oscuras, estos elfos no eran ni buenos ni malos: podían ser protectores o verdugos, dependiendo de cómo los trataras. Algunos relatos antiguos aseguraban que estos seres se alimentaban del miedo y los deseos reprimidos de quienes los encontraban, y que aparecían en forma amigable solo para ganar tu confianza.

A lo largo del tiempo, y con el crecimiento viral de Labubu, esta historia ha mutado. Ahora, entre fanáticos y teóricos de internet, circula una nueva creencia: cada muñeco Labubu alberga un espíritu, una entidad que puede alterar la energía de quien lo posee. Algunos aseguran que brindan protección espiritual, pero otros afirman que actúan como vínculos con fuerzas desconocidas, capaces de atraer mala suerte o fenómenos inexplicables.

Más que juguetes: pequeños portales a otro mundo

Claro, todo esto puede sonar a superstición moderna o marketing místico. Pero lo cierto es que el aura de misterio ha sido una de las claves del éxito de Labubu. No se trata solo de “tenerlos”, sino de descubrirlos: nadie sabe exactamente cuántas figuras existen, Pop Mart lanza nuevas ediciones constantemente, y el hecho de que cada caja sea una sorpresa hace que el proceso de colección se sienta como una especie de ritual mágico.

Así, los Labubus se han convertido en símbolos de una nueva era de coleccionismo: una en la que lo adorable y lo siniestro conviven en equilibrio, donde lo lindo puede tener colmillos y lo inquietante puede abrazarte con ternura.

Porque tal vez eso es lo que más nos fascina de Labubu: su dualidad. Nos mira con una sonrisa entre dulce y monstruosa, como si supiera algo que nosotros aún no descubrimos. Como si cada figura guardara un secreto, una historia… o un portal.

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