Ya valió barriga, señor Queso. Uber anunció oficialmente que, en los próximos días, comenzará a aplicar aumentos de hasta 7% en sus tarifas, dependiendo del tipo de servicio y la ciudad, como respuesta directa a la polémica reforma en materia de seguridad social promovida por el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Aunque el anuncio fue maquillado con frases como “proteger las ganancias de los socios conductores” y “mantener la viabilidad del servicio”, lo cierto es que se trata del primer golpe tangible al bolsillo de los millones de usuarios de plataformas digitales, resultado de una reforma impuesta desde el poder sin consensos ni diagnósticos reales.
Y es que ni Uber ni los propios choferes fueron escuchados. A pesar de que la gran mayoría de los conductores se pronunció abiertamente en contra de su incorporación al IMSS —argumentando que no son empleados de la empresa, sino socios independientes—, la bancada morenista en el Congreso de la Unión hizo oídos sordos. Con el voto aplanador de Morena y sus aliados, aprobaron la reforma que obliga a las plataformas digitales a incorporar a sus socios al sistema de seguridad social.
El resultado era predecible: mayores costos operativos que ahora serán trasladados al usuario, en un momento donde la economía mexicana apenas se tambalea entre la inflación persistente, los precios de gasolina, el gas, la electricidad y ahora… el Uber.
La propia plataforma explicó que esta “actualización necesaria” de precios no busca incrementar sus márgenes de ganancia, sino simplemente mantener el equilibrio económico del servicio ante los nuevos costos impuestos por el gobierno. En otras palabras: Uber no gana más, pero tú pagas más, todo gracias a la nueva política del oficialismo.
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