Para millones de fans de El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, Horacio Gómez Bolaños es un nombre familiar pero muchas veces subestimado.
Aunque su personaje “Godínez” dejó huella en la televisión latinoamericana, pocos conocen la verdadera dimensión de su legado, no solo frente a cámaras, sino sobre todo detrás de ellas.
Horacio nació en 1930 en la Ciudad de México, en el seno de una familia que se convertiría en un ícono de la comedia mexicana gracias a su hermano Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito.
Inicialmente, Horacio estudió ingeniería, pero pronto descubrió que su verdadera pasión estaba en el mundo del entretenimiento, un mundo que compartiría junto a su hermano y que cambiaría para siempre la televisión en América Latina.
Más allá de su papel como Godínez, con su inseparable visera verde, Horacio fue una pieza fundamental en el éxito de los programas que marcaron una época.
Su rol iba mucho más allá del guion y la actuación; fue productor, estratega comercial, jefe de logística y hasta director de varios capítulos. Su visión y trabajo en la parte comercial y en el merchandising ayudaron a transformar a Chespirito en un fenómeno internacional, que trascendió generaciones y fronteras.
Aunque era un hombre discreto, que evitaba la exposición pública y rara vez daba entrevistas, su influencia se sentía en cada detalle del proyecto. Se encargaba de las giras, la producción de historietas basadas en los personajes y la expansión de la marca Chespirito. Su talento detrás de cámaras fue el cimiento que permitió que la magia creada frente a las cámaras pudiera llegar a millones.
Sin embargo, la vida de Horacio no estuvo exenta de dificultades. A finales de los años 90 sufrió una caída que le provocó fracturas en la cadera y el fémur, limitando seriamente su movilidad. Desde entonces, vivió con silla de ruedas y bastón, enfrentando un aislamiento mayor pero sin perder su entusiasmo y compromiso con la familia y el legado que había ayudado a construir.
Su muerte, ocurrida el 21 de noviembre de 1999, tomó a todos por sorpresa. Apenas semanas antes, había estado involucrado en la organización de un homenaje para su hermano Roberto, preparado por Televisa. Sin embargo, un paro cardíaco terminó con su vida a los 69 años, dejando un vacío difícil de llenar para sus familiares, colegas y fans.
Fiel a su estilo reservado, sus funerales fueron privados y sus cenizas descansan en la parroquia Madre de Dios de Czestochowa, en Naucalpan, Estado de México, un lugar silencioso para un hombre que prefirió trabajar en la sombra.
Hoy, con el reciente estreno del documental Chespirito, Sin querer queriendo, dirigido por Roberto Gómez Jr., el nombre de Horacio Gómez Bolaños resuena de nuevo, recordándonos que, detrás del éxito de Chespirito, hubo un hermano menos conocido pero igual de esencial que con su talento y dedicación ayudó a construir un legado imborrable en la cultura latinoamericana.
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